El
capítulo de mi vida, otra, que cambia, que yo dejo en tu patria de tierras
salvajes. Prefiero el suelo descalzo para andar las trampas, nunca me quito la
verdad para dormir. Nos invade un gusto por la lástima en zapatillas sucias. Mi
dolor, puedo verlo, se derrama sin tocarte, por los espacios vacíos que los
espejos dejan, por las cadenas abiertas que ninguna libertad puede levantar del
piso. Busco ver con los brazos la soledad, estas palabras pisotean tus palmas,
los ojos pierden el engaño, se cae, en la estancia de tus pies que regresan por
haber muerto la eternidad. Pero hay otro consuelo, ese que divide orillas, hay
un fondo todavía situado, todo hay.
Te
regalo el invento del poder con un golpe en la puerta y sigo... y
sigues... acomodando dioses en la mesa para que el miedo los multiplique. Si lo
que yo quisiera junto a mi llegara, llegaríamos nosotros y la vida contaría sus
quiebras como un chiste, pero tenemos este capítulo, otro, de tu patria en mi
centro, para escribir.
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