martes, 27 de diciembre de 2011

Tardan en encenderse las luces de la noche en los pueblos

Tardan en encenderse las luces de la noche en los pueblos, tardan en venir las alegrías a las ciudades, tarda el tiempo que no te trae de regreso cuando menos tendría que tardarse; tarde desconfío del reloj en la pared de arena, tarde llegan los papeles que naufragaron, tarde se hace para alcanzar el vagón, tarde para cruzar la avenida, tarde para decir adiós. Y de tanta tardanza algún futuro siempre espera.

jueves, 15 de diciembre de 2011

carta

13 de Octubre de 2006


Amor mío:

Hoy no llueve, Fidel Castro está muriendo, Anna Politkovskaya fue asesinada, crece la preocupación por Corea del Norte, los demócratas sueñan con la caída de Bush, el presidente de Bolivia defiende a los mineros, mi piel anhela tu piel. Nada más aterrador ni menos doloroso que esta noticia intransigente. Así sin más. Una entrelinea del diario acontecer en medio del naufragio. Mi piel anhela tu piel, un avión se enclavó en el onceavo aniversario, ellos Irán a matar mientras yo me quedo; hay médanos de vértigo pero estoy en una playa desierta esperando tu orilla.

Hoy no llueve y no es el día o la noche sino este insondable silencio que llegará a quebrarse en tus ojos. El espejismo se desviste lentamente y se acuesta a dormir en mis brazos. Estoy cegándome para verte, con este miedo a la oscuridad, con esta torpeza en los labios. Mi periódico dolor te llegará con la noticia más urgente. Hoy no llueve y no es el día o la noche en que te abrazo. Finjo mi ignorancia, cuento un poco las hojas de un libro que pasa como el tiempo, y suplico lo que no existe a un dios invisible que teje con hilos equivocados destinos inciertos. Mi piel pide tu piel y tiene a cambio este espacio deshabitado en el que vivo.

Dos periodistas alemanes fueron asesinados en Afganistán, quieren la renuncia del premier de Budapest, y nada se desarma en mi guerra. Pueden robarse los cartones de la tierra, pero no hay una torre más alta ni una luna más llena que este anhelo prohibido ahogándose. Y no es el día o la noche, pero puedo seguir porque el recuerdo, porque el sueño, porque sí, contra todo y nada. Es que siempre hay un puente para el río y alguien se pierde en el último bosque; y tantas cosas que son y no son en este anhelo casi enfermo hacia ti.


Sand

martes, 13 de diciembre de 2011

para @jjelitza


A ti que habitas los ojos para que los labios escriban sobre el aliento,
ya no seas el rincón deshabitado de tu cuerpo a la espera,
oculta la desnudez del tiempo que se aparece de pronto,
el poema que grita la partida anticipada de todo lo que
ha logrado llegar a su destino,
seamos el camino cuando apenas empieza.

lunes, 21 de noviembre de 2011

el misterio suele morir entre las ruinas

el misterio suele morir entre las ruinas,
pero los espejos son eternos,
toman nuestra conciencia
y muerden a Dios con confianza,
fingen olvido, cruzan futuros,
tienen hijos sin tierra,
lágrimas que gritan en los ojos,
secretos que ordena el fuego y
ocultan la voz de tus ojos en los míos...

viernes, 4 de noviembre de 2011

Con un abrazo podemos esperar ir al cielo

Con un abrazo podemos esperar ir al cielo, un acto gramático que la proximidad de los sepulcros crea. El destino propio es un mundo distinto siempre, y alguna oración será un ladrillo más en la tierra. Diariamente repito un país, con la sonoridad de los detalles la patria me hospeda mostrándome su casa. Algunas cosas encuentro en la calle, charlas, dolor, afiches, una injusticia para tirar la entrada anticipada a la tristeza. Tengo esta maquina de escribir para ejecutar, y responder después a la costumbre.

lunes, 24 de octubre de 2011

marca pasos

El marco de una foto, el marco de un paso, marcas de agua, marcas de acero en la piel, marca de un reloj que marca el tiempo, marca de un compás, marca que marca, marca naciente en el rostro, marca venida de atrás de los espantos, abierta a un cajón cerrado, marcación permanente de todo sobre todo, de alguien sobre otro, de mi sobre vos.

lunes, 3 de octubre de 2011

una música

Una música,
lo tibio, de esa manera
lo placido, en ese momento
lo indiferente cruzando sombras
con un aire frío detrás;
en algún instante abriré mis ojos,
alguien en la palma de mis manos
sigue la línea del deseo.

domingo, 18 de septiembre de 2011

sujeto cosas que abrazo

El fuego tiembla de sí mismo,
mato el tiempo con espacios,
abro tus sueños con un corta plumas,
soy la espina que teje tus prendas,
soy el miedo y la oscuridad
unidos por simpatía.

Sujeto cosas que abrazo,
tengo más cuerpos que sombras;
de ser sin verte, tantas veces
me hice.

domingo, 4 de septiembre de 2011

El tercero en concordia (de la serie Argenpolis)



Ser Palas Atenea tiene la ventaja de comer uvas con los semidioses custodiándome detrás. Alguno cada tanto me pide una, pero absorta y con los ojos perdidos hago un gesto de desprecio con la mano, lo aprendí de alguna cruenta madrastra del imperio, y sigo comiendo. El verde esmerilado de las plantas que auspician de testigo en mis espaldas, el cielo abierto a la terraza de esta casa tipo chorizo en Boedo y el gato que nunca falta a la cita, son mis tesoros. Cada uva dignifica el alma de un antepasado al que le pido rinda cuentas cada tanto.

Los dioses griegos sabemos mucho, la mitología nunca fue pacata. Cada cuestión difícil del destino, cada piedrita puesta en el camino, fue tema de nuestros largas vidas. Pero sólo parte de las travesías que vivimos llegaron al presente. Es por eso que debo borrar los secretos de la farándula divina.

Cuenta la leyenda que cuando Afrodita se enamoró de Adonis, entre los dos había una ostra de mar discreta cuya forma y color les llamó la atención. Estaban sentados fuera del Templo de Poseidón en Cabo Sounio, Atenas. Mientras veían la plenitud del mar y el sol iba cayendo, las tropas navales avanzaban rumbo al Corinto. Los espartanos preparaban un ataque por tierra y el ejército ateniense iba a atacar por mar. El tiempo en el siglo VIII antes de Cristo era una inmensidad, llevaba meses preparar las tropas y el enfrentamiento podía durar años.

Afrodita y Adonis parecían suspendidos en ese tiempo, y entre ambos ese objeto del mar era testigo de las horas y los cuerpos entreverándose. Pero lo que ellos no sabían es que dentro estaba el espíritu inquieto de una diosa despechada. Entre las conversaciones de Afrodita y Adonis discurría el universo, las estrellas fugitivas, el color de los atardeceres, y la estrategia de los sobrevivientes de Atenas a las luchas sangrientas contra los espartanos. Tal es así que dicha dama encapsulada, tomó la palabra secreta, mar, su hábitat transitorio, para destruirlos. La ostra fue arrastrada por una ola y nunca más la vieron. Pero las tropas que navegaban por el Egeo, al llegar al Corinto encontraron buques enormes esperándolos. Los espartanos sabían que los atenienses aparecerían por mar.

Pegasos, sobrevoló el lugar y divisó la figura de Clasilda, la diosa despechada, en el estrecho, parada en el límite del Peloponeso, en el último pedacito de tierra que se acerca al Ático queriéndolo tocar en vano, respiraba las bocanadas del viento que movían su cabello. Pegasos entendió que no era una casualidad, y los dioses enterados pidieron su captura. Dos semidioses alados acompañaron a Pegasos para tomarla de las mechas y dirigirla al templo de Poseidón. Clasilda enfrentada al rostro de Poseidón señaló a Afrodita, sin que nadie entendiera o dijera nada, y diseminó su veneno contra la pareja feliz.

A veces pienso que los dioses griegos iniciamos una serie interminable de causas y efectos que ya no podemos detener. Demás está decir que esta historia se repetirá durante siglos. Mi vecina, tiene el pelo carmín porque su marido la abandonó por una pelirroja. Despechada como Clasilda, ahora sin guerras de por medio, encontró la forma de vengarse quedándose con su departamento y amenazándolo con no ver más a los hijos. Ser Palas Atenea me confiere ahora una misión, deshacer los escritos, enterrar la mitología. Pero siempre hay un nuevo catálogo con nuestros nombres y poderes dispuesto a caer en manos de la humanidad. Por eso mi deambular por la avenida Corrientes. Tal vez sea cuestión del destino de los hombres que está en manos de los dioses, y de mí que no puedo agotar los libros de mitología de las librerías.

viernes, 2 de septiembre de 2011

veo los ojos con mis ojos

unida a este cuerpo para vencer a su sombra
veo los ojos con mis ojos
y todas son miradas de miradas

domingo, 21 de agosto de 2011

hoy el destino orienta a los astros



Hoy el destino orienta a los astros,

debes vestirte de seguridades,

los héroes matan sin dudarlo,

el falso sueño del hechizo sangra en los besos de piedra,

el caracol espera en la orilla la mano del recuerdo,

tu dominio hecho de amarga libertad toca mis rodillas...

ventanas



Abrir la puerta de los ojos,
la boca del respiro superfluo,
mirar por la ventana de las nubes,
del miedo, de las rejas, de los gatos,
las ancianas que miran, los nenes asomados,
las plantas apostadas, la ropa secándose,
las ventanas abiertas, cerradas,
altas, bajas, grises, profundas, calientes,
inmensas, imaginarias, desafiantes, prematuras,
instruidas, bienvenidas, trasnochadas,
silenciosas, divertidas, solteronas, bellas,
dibujadas, de madera, viejas, nuevas, vendidas, compradas,
las ventanas que se saltan, respiran, mueren,
las que caminan lento, las que tejen esperanzas,
las que velan espiando, las que te hacen pensar,
alguna amarilla, verde y azul de Caminito,
una ventana enmarcada sobre un cuadro,
sobre el retrato del ahora, el precipicio de lejos o de cerca,
la tenue cortina que vuela, un hombre corre en la plaza,
los bancos desmayados sobre las hojas del invierno,
bendecidos con la brisa de la madrugada, tiemblan,
las ventanas que se pelean en un callejón,
a las que les llegan barcas, marionetas, lluvia,
la ventana al paraíso al otro lado del infierno,
las que dejan entrar un pedacito de cielo, de frío, de espera,
con la mesa puesta, el corazón herido,
tantas y una sola ventana del adentro,
del sol de la mañana,
de la tarde que te trae de regreso.

sábado, 9 de julio de 2011

la hoja caída


Un nudo en la garganta, la hoja caída sobra las manos del deseo, eso ha sido todo, un nudo o un mundo donde las confines se encuentran y se deshacen, donde el día es la noche de un tiempo que no se decide, que se adueña de la presa y corre más rápido.

sábado, 25 de junio de 2011

Lejos no es distancia. Lejos es tu silencio.

Un frío crepúsculo abre fronteras sin bandera que cruzo
para divisar esta tierra de nadie que se siembra sobre mi;
juegan las palabras su juego preferido de decir
y entonces apareces serpiente en el árbol de los frutos prohibidos
para abrazarme, tomar mi costilla, someterme a nacer;
y así, desvestido, con la piel en tus escamas,
te cuelgas del espanto de mi cuello,
y ríes de miedo, de amor, con la ternura del veneno agigantado
hundiéndose en mi luna llena de sentidos vacíos;
y yo, gimiendo al margen de un poema, perdiendo el rumbo,
casi desmayada, descanso sobre ti, viva y muerta.

domingo, 5 de junio de 2011

Gustavo Adolfo Bécquer

Su idea de la lírica expuesta en la reseña que hizo del libro de su amigo Augusto Ferrán La soledad:

Hay una poesía magnífica y sonora; una poesía hija de la meditación y el arte, que se engalana con todas las pompas de la lengua que se mueve con una cadenciosa majestad, habla a la imaginación, completa sus cuadros y la conduce a su antojo por un sendero desconocido, seduciéndola con su armonía y su hermosura. Hay otra, natural, breve, seca, que brota del alma como una chispa eléctrica, que hiere el sentimiento con una palabra y huye; y desnuda de artificio, desembarazada dentro de una forma libre, despierta, con una que las toca, las mil ideas que duermen en el océano sin fondo de la fantasía. La primera tiene un valor dado: es la poesía de todo el mundo. La segunda carece de medida absoluta; adquiere las proporciones de la imaginación que impresiona: puede llamarse la poesía de los poetas. La primera es una melodía que nace, se desarrolla, acaba y se desvanece. La segunda es un acorde que se arranca de un arpa, y se quedan las cuerdas vibrando con un zumbido armonioso. Cuando se concluye aquélla, se dobla la hoja con una suave sonrisa de satisfacción. Cuando se acaba ésta, se inclina la frente cargada de pensamientos sin nombre. La una es el fruto divino de la unión del arte y de la fantasía. La otra es la centella inflamada que brota al choque del sentimiento y la pasión. Las poesías de este libro pertenecen al último de los dos géneros, porque son populares, y la poesía popular es la síntesis de la poesía.

sábado, 4 de junio de 2011

contabili dad



Por definición el mar es insondable,
habría que contabilizar las algas y
y los corales, y los cardúmenes,
y la olas repetitivas, distinguiendo las altas
de las bajas, las rompientes de los muelles,
el sin fin de caracoles y estrellas subterraneas.
El mar era insondable quizá hasta ahora.

la elegía


Anda caminos nuevos con zapatos viejos,
escucha el paso que otro hace de sus ecos,
apoyado en la mesa de un bar
sus fracasos de boca añeja en una copa
saben que la Elegía a la elegida se va con otro,
con sus apócrifos versos calándole el oído.

viernes, 13 de mayo de 2011

;;;






llora el día y la noche se inunda...

llora la luna y los amantes se pierden...
llora el futuro y el presente se empaña...
llora el recuerdo y se humedece el olvido...
llora el cuerpo entero su dolor sobre las sábanas…
llora el poema su tinta y el desierto se puebla de palabras...

sábado, 7 de mayo de 2011

Taconeando


El cuarto menguante, la clara luna en la ventana, y yo bailando sobre las ruinas, sobre el diluvio, sobre los espejos del pasado, bailo, sobre la arena rota del tiempo, sobre el acantilado, sobre la cama, sobre un sobre cerrado y enviado por correo, sobre todos los estantes del saber, sobre la tropa que avanza y retrocede, sobre la avaricia y el engaño, sobre todas la especulaciones posibles, sobre tu rencor y el mío, bailo sobre las desgracias, esas gracias que se deshacen sin querer, sobre los compartimentos estancos de un pensamiento atiborrado, sobre las esgrimas de la inteligencia marchita, sobre los secretos nunca dichos, ahí, donde florece la aurora, sobre el amanecer que no se rinde nunca, por ahora, sobre la prepotencia del sol, y la vergüenza de la lluvia cuando apenas es un rocío, ahí, debajo de un paraguas de dudas, bailo apenas con un pie, apenas con una mano, moviendo la cadera, bailo persignándome, haciendo al ridículo respetable.

Bailo en las palabras, en el regreso, ese repetir la vuelta al mismo sitio, en la pesada carga de un tren sin pasajeros, en la Avenida de Mayo, en la Avenida de Abril y de Setiembre, en la calle que te vive todos los días en la puerta de tu casa, en el final feliz de una película que todavía no vi, en la terraza donde crecen limones custodiados, ahí donde yace desmayado con sus cruces el sacrificio que se llevó alguien a otra parte, en la planicie redonda de esta tierra inquieta, en el parecer, en el padecer, en el placer, en el remedio y en la enfermedad, hasta que la muerte me separe el cuerpo de esta alma y me lleve con el baile a otra parte.

Bailo por el boulevar de los sueños venidos a menos, y nadie vigila mi vigilia de duende encantada que baila por los pasillos de un hotel abandonado, bailo, sabiendo la hora, cantando bajito, pensando, escribiendo, haciendo libertades a mi medida, bailo, sobre el poder y sus aliados, sobre la ruta 66, sobre la Maja desnuda, sobre las Meninas y el mismísimo Velazquez, bailo abriendo la puerta para ir a jugar, sobre el mar, sobre la estupidez, sobre y en cada centímetro cuadrado que ocupa esta pieza de un mundo, abriendo los brazos, amenazándote con el dedo índice, señalándote la música que empezó todo este movimiento incesante que casi no puedo parar, bailando cuesta abajo cuesta tanto, pero bailo, casi con la insistencia de un parkison que avanza de pies a cabeza, bailo sobre todos tus muertos y todos tus vivos, bailo en la prosperidad y en la salud, abriendo los ojos en el torbellino que como un huracán me arrastra y me baila, y me empuja, y me hace caer de bruces contra el piso, entonces siento el cansancio y duermo para seguir bailando mañana, como los monos en el circo.

sábado, 23 de abril de 2011

a mi manera

Hay cosas que amaneran la vida en su vital contundencia, le dan un doblez al sentido, enhebran la tristeza con la dicha, el pliegue de una falda con la cadera, y el resbalón de la caída termina siendo un tropezón sin raspaduras, o no. Hay cosas que amaneran la forma de decirte que suene la campana del recreo alguna vez, que estoy cansada, y ya no hay siesta ni paisaje ni pajaritos cantando en la vereda, que se llevaron la comida de las aves los barrenderos, los cartoneros y nos quedaremos sin el salvajismo sutil de los amaneceres, es que si podan los árboles perdieron sus nidos. Y hay cosas que se amaneran, se hacen de otra forma: el amor, el desamor. Y hay cosas que se amaneran como la quinta sinfonía de Beeethoven tocada quinientas veces. Se amanera la manera de mirarte, de decirte, perdonarte, odiarte y preferirte. Hay gente que se amanera y ya no es la misma, ahora tuerce la muñeca de trapo de la infancia y la estrangula, se han comprado una joya, un auto. Hay gente que se amanera y no sabe de qué manera se trata su amaneramiento, pero lo sabe, eso es bueno. Hay puertas amaneradas que se abren y se cierran, hay candados que amenazan privacidades de soledad amanerada. A mi manera veo como todo se amanera de alguna forma pérfida y lozana, chabacana, pertinente, y todos somos parte de un amaneramiento que nos incumbe, sobre los solos de una guitarra, sobre el ropero o el espejo. El peor amaneramiento son las calvicies y las arrugas, inevitables amaneramientos del tiempo. A mi manera me amanero también.

viernes, 22 de abril de 2011

Otoño en la siesta de la mañana

El que otorga, calla. Aquí yace la palabra desnuda esperando vestirse con tus ojos. El naufragio no me quitó las alas. Sobre todo, sobre ti, amurállame, acércate, abrázame, acomódate, alcánzame, a veces; adivina lo divino, lo mundano, divídelo en pequeñas luces como el liviano espanto de morir cuando adivinaste todo.

De nuevo me convierto en la estatua de sal que decora tu cuarto, me deshago del hecho consumado, de la ceniza que se vuela, de perderme en la puerta abierta que se cierra detrás, para volver a este presente que no existe, a la arena del reloj en un camino dividido a la derecha, a la izquierda, al abismo.

miércoles, 30 de marzo de 2011

hechizo



pestañas del último parpadeo,
agujas de un reloj abandonado,
pétalos y hojas y susurros de un gato,
un frasco vacío para guardar la soledad
de este amor brujo que te aparecerá a mi antojo

sábado, 12 de marzo de 2011

trampa de mortales



sin mesura,
entre las alas que repiten
fantasmas,
a la hora equivocada
de los santos en su duermevela,
en el destino,
esta trampa de mortales,
de soledad porque sí,
sin menos precio,
tu voz cruzando los mares,
la cerrazón de la sin razón,
las esquinas que no doblo,
los puentes descolgados,
la acción del olvido
en una copa apoyada,
la cuenta que se paga,
la mesa que se cierra,
las palabras que se pierden
o se convierten en sal.

sábado, 5 de marzo de 2011

sábado, 15 de enero de 2011

ruido de maderas


Entre labios se aprietan,
se repiten, en otros,
hay palabras quietas, perfumadas,
rugosas, otoñales, dormidas,
insisten, se sujetan a las cosas
hasta el silencio.