sábado, 23 de abril de 2011
a mi manera
Hay cosas que amaneran la vida en su vital contundencia, le dan un doblez al sentido, enhebran la tristeza con la dicha, el pliegue de una falda con la cadera, y el resbalón de la caída termina siendo un tropezón sin raspaduras, o no. Hay cosas que amaneran la forma de decirte que suene la campana del recreo alguna vez, que estoy cansada, y ya no hay siesta ni paisaje ni pajaritos cantando en la vereda, que se llevaron la comida de las aves los barrenderos, los cartoneros y nos quedaremos sin el salvajismo sutil de los amaneceres, es que si podan los árboles perdieron sus nidos. Y hay cosas que se amaneran, se hacen de otra forma: el amor, el desamor. Y hay cosas que se amaneran como la quinta sinfonía de Beeethoven tocada quinientas veces. Se amanera la manera de mirarte, de decirte, perdonarte, odiarte y preferirte. Hay gente que se amanera y ya no es la misma, ahora tuerce la muñeca de trapo de la infancia y la estrangula, se han comprado una joya, un auto. Hay gente que se amanera y no sabe de qué manera se trata su amaneramiento, pero lo sabe, eso es bueno. Hay puertas amaneradas que se abren y se cierran, hay candados que amenazan privacidades de soledad amanerada. A mi manera veo como todo se amanera de alguna forma pérfida y lozana, chabacana, pertinente, y todos somos parte de un amaneramiento que nos incumbe, sobre los solos de una guitarra, sobre el ropero o el espejo. El peor amaneramiento son las calvicies y las arrugas, inevitables amaneramientos del tiempo. A mi manera me amanero también.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario