lunes, 13 de diciembre de 2010
Yo soy
Soy el crepúsculo bautizado con el fuego que ahora enciende tus noches, la condena de tu soledad lista para ver los rasguños del espanto. Yo soy tu soledad, la que duele cuando te miras al espejo y escondes en una foto desgastada, la que duerme perfumada, esa misma soledad que viste y calza tacos altos, la que convierte el agua en vino y se lo bebe. Soy tu soledad, soy quien te priva de mi compañía y se ríe a carcajadas con otros.
sábado, 11 de diciembre de 2010
Malos Aires
Salto el andamio después de mi,
las cloacas ascienden como una lluvia rebelada
y de la nada me hago
grito que serpentea en la ciudad vacía;
mis pasos,
la oblicua cabellera que respira,
se hace eco de ataúdes verdes;
me reconozco,
hay un charco en medio de la calle,
un silencio sostiene la atmósfera hechizada,
el aliento se envanece en humo;
fumo como si fuese a parir otra noche,
voy a traer el mar a las ciudades,
rotos espejos del suburbio.
miércoles, 8 de diciembre de 2010
Cuidado que anochece
He decidido desenmascarar a la luna. Puedo ver como pergeña vanidades, como derrota al sol, como aniquila el día y recrudece el espanto; el lobo lo sabe. Todo lo que comienza inevitablemente termina, la luna se mofa de eso. Guarda las miradas de los amantes y de los asesinos, de los que viven a la intemperie y de los que se pasean sonámbulos por sus balcones, de quienes la miran tímidamente por la ventana. No sólo guarda las miradas si no también los pensamientos. La memoria es un suspiro, es un ocaso y ella se aprovecha, está escribiendo un largo memorandum del mundo.
Instrucciones para subir una escalera - Julio Cortázar
Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se sitúa un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.
Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en ‚este descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).
Llegado en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.
Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en ‚este descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).
Llegado en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.
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