A un paso del baile interminable que convoca esta música que iniciaste. A un tramo de empezar a volar para verte de lejos. A un segundo del mundo reiniciándose para volver a empezar. A nada de tus labios si me lees en voz alta. A centímetros del silencio que ahoga el grito.
Saber
que la puerta que abrí me lleva a un camino de rosas que no se marchitan, como
yo, con la margarita deshojada en las manos, esperando que me quieran para
salir a jugar con el fuego de un incienso que prendo sin saber rezar.
Siempre
sabré leer lo que callas, en tus ojos. Sabré esperarte como las manecillas del
reloj parado en el living. Sabré que no hay mal en el deseo ni en el bocado
glorioso de tu cuerpo dormido hasta tarde. Entonces presiento que no hay
escapatoria, que el amor trama.
No hay comentarios:
Publicar un comentario