
jueves, 30 de junio de 2011
sábado, 25 de junio de 2011
Lejos no es distancia. Lejos es tu silencio.
Un frío crepúsculo abre fronteras sin bandera que cruzo
para divisar esta tierra de nadie que se siembra sobre mi;
juegan las palabras su juego preferido de decir
y entonces apareces serpiente en el árbol de los frutos prohibidos
para abrazarme, tomar mi costilla, someterme a nacer;
y así, desvestido, con la piel en tus escamas,
te cuelgas del espanto de mi cuello,
y ríes de miedo, de amor, con la ternura del veneno agigantado
hundiéndose en mi luna llena de sentidos vacíos;
y yo, gimiendo al margen de un poema, perdiendo el rumbo,
casi desmayada, descanso sobre ti, viva y muerta.
viernes, 10 de junio de 2011
domingo, 5 de junio de 2011
Gustavo Adolfo Bécquer
Su idea de la lírica expuesta en la reseña que hizo del libro de su amigo Augusto Ferrán La soledad:
Hay una poesía magnífica y sonora; una poesía hija de la meditación y el arte, que se engalana con todas las pompas de la lengua que se mueve con una cadenciosa majestad, habla a la imaginación, completa sus cuadros y la conduce a su antojo por un sendero desconocido, seduciéndola con su armonía y su hermosura. Hay otra, natural, breve, seca, que brota del alma como una chispa eléctrica, que hiere el sentimiento con una palabra y huye; y desnuda de artificio, desembarazada dentro de una forma libre, despierta, con una que las toca, las mil ideas que duermen en el océano sin fondo de la fantasía. La primera tiene un valor dado: es la poesía de todo el mundo. La segunda carece de medida absoluta; adquiere las proporciones de la imaginación que impresiona: puede llamarse la poesía de los poetas. La primera es una melodía que nace, se desarrolla, acaba y se desvanece. La segunda es un acorde que se arranca de un arpa, y se quedan las cuerdas vibrando con un zumbido armonioso. Cuando se concluye aquélla, se dobla la hoja con una suave sonrisa de satisfacción. Cuando se acaba ésta, se inclina la frente cargada de pensamientos sin nombre. La una es el fruto divino de la unión del arte y de la fantasía. La otra es la centella inflamada que brota al choque del sentimiento y la pasión. Las poesías de este libro pertenecen al último de los dos géneros, porque son populares, y la poesía popular es la síntesis de la poesía.
Hay una poesía magnífica y sonora; una poesía hija de la meditación y el arte, que se engalana con todas las pompas de la lengua que se mueve con una cadenciosa majestad, habla a la imaginación, completa sus cuadros y la conduce a su antojo por un sendero desconocido, seduciéndola con su armonía y su hermosura. Hay otra, natural, breve, seca, que brota del alma como una chispa eléctrica, que hiere el sentimiento con una palabra y huye; y desnuda de artificio, desembarazada dentro de una forma libre, despierta, con una que las toca, las mil ideas que duermen en el océano sin fondo de la fantasía. La primera tiene un valor dado: es la poesía de todo el mundo. La segunda carece de medida absoluta; adquiere las proporciones de la imaginación que impresiona: puede llamarse la poesía de los poetas. La primera es una melodía que nace, se desarrolla, acaba y se desvanece. La segunda es un acorde que se arranca de un arpa, y se quedan las cuerdas vibrando con un zumbido armonioso. Cuando se concluye aquélla, se dobla la hoja con una suave sonrisa de satisfacción. Cuando se acaba ésta, se inclina la frente cargada de pensamientos sin nombre. La una es el fruto divino de la unión del arte y de la fantasía. La otra es la centella inflamada que brota al choque del sentimiento y la pasión. Las poesías de este libro pertenecen al último de los dos géneros, porque son populares, y la poesía popular es la síntesis de la poesía.
sábado, 4 de junio de 2011
contabili dad
Por definición el mar es insondable,
habría que contabilizar las algas y
y los corales, y los cardúmenes,
y la olas repetitivas, distinguiendo las altas
de las bajas, las rompientes de los muelles,
el sin fin de caracoles y estrellas subterraneas.
El mar era insondable quizá hasta ahora.
la elegía
Anda caminos nuevos con zapatos viejos,
escucha el paso que otro hace de sus ecos,
apoyado en la mesa de un bar
sus fracasos de boca añeja en una copa
saben que la Elegía a la elegida se va con otro,
con sus apócrifos versos calándole el oído.
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