lunes, 18 de octubre de 2010

omnipresente



Ella es única. La brújula no marea su tranquilidad de tierra porque tiene el camino escrito en nuestras manos. Casi siempre va y vuelve. Su capricho mecido llora aunque adopte un amor abandonado, viva en París, en un escondite, la calle, las gritas de un alma, en tu cuarto. Entra a esta pequeña eternidad como una ausencia que camina en círculos. Siempre guarda un secreto. A veces encuentra arriba la luna y la esconde en los ojos. Ella, Soledad, es única y se enaltece en la quietud de todos nosotros.

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