sola como una ola que amanece en el horizonte
los cuerpos son anécdotas del alma
mis cálculos te esperan
sola como una ola que amanece en el horizonte
los cuerpos son anécdotas del alma
mis cálculos te esperan
No debería haber camino a la colina del desamparo. Entre
panes la oración se yergue. Impune el mar sigue gritando a horas de aquí. Por
un momento de ver te vi, por un momento de oír, te olí. En caravanas de carnaval,
en otros mundos de madera, en aquellos gritos que ahogas, allá a lo lejos, van
los que siempre pierden, los que nadie oye, los que hoy te nombran Rey de los
desposeídos. Porque el dolor. Por qué. La codicia en el horno de la ambición.
Los rejuntes de basura que te dejo, hermano, todos los días. Y vos tranquilo. Y
yo tranquila. No debería haber hambre en los hombros del mundo. No. Escribo
para saber. Para confrontar a los fantasmas. Para decirte que te extraño en el
idioma de los muertos por amor. Para exigir justicia por Santiago. Para leerme
y no entenderme. Profeta del pasado amedrentado soy. Defiendo el derecho a
decir y mi máquina de escribir está rota. Contradicciones de la vida cotidiana.
Como decir y no hacer. Fregar la roña de la mentira con el puño de la verdad.
Eso. Así la casa descansa en mis sueños de libertad. Tu varita mágica me toca y
el río ríe. Soy un violín sin orquesta en un solo de piano. Pero sigo como
siguen los escalones, uno a uno para arriba y para abajo.