Tuve que escribir esto, que como un pliego o pergamino se dirije hasta tus labios, repitiendo el eco de mis ecos, si los enuncias, si habiendo sido llegan al horizonte de tu orilla, del otro lado, desde mi pequeña pieza de un mundo, que abraza la inmensidad antes de un parpadear en la noche. Y habrá sido en vano, un día más o un día menos, y habrá sido en alto ser, y aparecer, entre los telones de un teatro a medida, este, por un rato, quieto, esporádico, amante, itinerante, como las olas, nómades, espumantes, únicas, irrepetibles, las que te empujan y te mojan, te mueven, te alteran, como el paso de un temblor por tus piernas, bajo el sol, o bajo la luna, esos que se aman en secreto, cuando nadie los ve. Y así arranca este pedacito de mar, a la intemperie, a la nada, al miedo y la valentía, al amanecer de una idea que fluye, como un pez en el coral, amaestrado por la vida.